Me lamía el cuerpo la lengua de la muerte
Cortejándome imprudente e indecente
Y me acosa y me asusta y me sorprende
Y a pesar de mi batalla por vencerla
Hay momentos que cedo sin más fuerza
Que el rogarle que me deje un instante
Cobarde, asustadiza, suplicante
Le ruego que se aparte de mi vera
Cruel, segura y certera
Me dice: Eres la diana que aspiro
Y actúa sobre mí como un vampiro
Absorbiendo la energía de mis fuerzas.
Viene a mi mente los besos de mi hija
Las ilusiones, el amor frustrado
Tantos proyectos en una vida entera
El tacto del ser que más me ha amado
Los ojos asustados de mi hermana
Y haciendo un esfuerzo sobre humano
De un golpe sólo la aparto de mi lado.
Me lleno de ilusiones renovadas
Me alzo desde el suelo y en emboscada
La miro a los ojos y osada
Le digo: ¡.No es mi hora, aquí no pasa nada!
Se aparta de mi lado a hurtadillas
Le rezo a mi ángel de La Guarda
No me convence, a dejar mi vida
Sin presentar al menos mil batallas
Me ganará sin duda algún día
Pero no será hoy ni lo será mañana.
© Clara Isabel Hernández Cabrera.
27 noviembre 2010
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